“Haz lo que puedas con lo que tienes, donde estés”.
– Theodore Roosevelt
Soy parte de una generación que creció jugando en las calles de su vecindario. Sí, de la generación que corría bicicleta, jugaba al escondite, a chico paralizado; y pertenecía a diferentes “clubs”. La vida parecía sencilla, y los días se pasaban entre la escuela y jugando con los amigos. Una época de risas, sueños y camaradería. Aunque no todo fue juego. En el 1989, experimenté vívidamente mi primera experiencia con un fenómeno atmosférico. El país se vio sacudido por el impacto, y mi comunidad no fue la excepción. Esa experiencia me llevó a vivir la ausencia y privación de recursos, pero también me llevó a presenciar el proceso colaborativo de los que allí vivíamos.
La comunidad se unió, buscando un bien común. Descubrí lo que era la solidaridad, porque lo presencié con mi comunidad, mediante el compartir de los recursos, que podíamos obtener y manejar. La calle fue el punto de encuentro, para aportar, apoyar, compartir y proteger. Fui parte de un movimiento que se dió de forma fluída, convocado por el llamado de nuestros corazones: el deseo de ayudar. Fue un momento difícil y de algunas carencias, pero la conexión, el respaldo y la colaboración entre los miembros de la comunidad transformaron la adversidad, en una oportunidad para desarrollar vínculos y atravesar juntos la difícil situación que nos había trastocado a todos. Para mi, toda experiencia es una oportunidad de crecimiento como ser humano; si así lo permitimos. Sin duda, hay algunas experiencias más significativas que otras por diversas razones. Como dice el refrán “cada dia trae su propio afán”.
Es válido sentir cansancio, experimentar sentimientos de dolor y frustración, ante una crisis, desastre o pérdida. No empece a las circunstancias, he aprendido que vivir en un sistema que mantiene enajenado al caído, o al necesitado, debilita nuestras comunidades, valores, sentido de pertenencia a nuestros grupos primarios; y nada aporta al desarrollo de nuestra sociedad y comunidades. Por lo cual, la ayuda de nuestra comunidad es vital para atravesar los momentos de crisis. He experimentado como una comunidad que es solidaria, crece, manteniéndose dirigida en promover su proceso de sanación como colectivo, y el proceso de sanación de cada uno de sus miembros.
En esa sanación colectiva, se fortalecen los vínculos comunitarios y nos permite crear, desarrollar recursos y estrategias necesarias para poder afrontar las situaciones de crisis. Cuando recuerdo mis años en mi comunidad, siento un olor a nostalgia y un sabor a risas. Vecinos cooperando, preocupándose por su prójimo, compartiendo el aguacate y el pan de agua recién horneado. Los brazos se mantenían extendidos para proveer soporte. En ese momento, era una sola comunidad, un solo organismo unido, dirigido hacia un fin común, el bienestar de todos. En estos momentos nuestras comunidades atraviesan por grandes dificultades y necesidades. Cada gesto, acción , cooperación, ayuda, es importante y vital para la recuperación. Ser solidario también es tener presente que todos somos parte de una comunidad y un país. Cuando atravesamos por desastres, pérdidas, circunstancias adversas, recordemos que ser solidario, es una palabra que implica acción, movimiento, colaboración. Es la palabra que involucra al bien común.
Juan Pablo II dijo: “La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos realmente responsables de todos”. Creo en mi comunidad y en la capacidad de su gente para colaborar y aportar a los más necesitados, a los que están vulnerables. ¡Cada aportación cuenta! Por ejemplo puedes aportar tus: capacidades, tiempo, establecer alianzas en tu comunidad para desarrollar estrategias, y consolidar recursos, entre otros.
El llamado es a movernos en unión, cooperación, accionar hacia el fin común: el bienestar de nuestras comunidades. Ser solidario es un asunto de valores, pero sobre todas las cosas es el camino del corazón. Que tus pasos sean firmes, tu mente abierta y receptiva; y tu corazón solidario.
Author Lcda. Keila C. Arismendi, M.A Published on Feb 09, 2020 at “Mujeres con Vision“